8/12/10

Chino en Lata


"Al darle un mordisco a una galleta glaseada de Babaria Harold por fin tenía la sensación de que todo iba a salir bien. En ocasiones, cuando nos perdemos en el miedo y la desesperación, en la rutina y la constancia, en la desilusión y la tragedia, habría que dar gracias a Dios por las galletas glaseadas de babaria. Y, afortunadamente, incluso cuando no hay galletas aun no puede reconfortar una mano conocida acariciándonos. O un gesto amable y cariñoso. O un apoyo sutil para respirar la vida. O un abrazo tierno. O unas palabras de consuelo. Y no olvidemos las camillas de hospital, y los tapones para la nariz, y la repostería que sobra, y los secretos susurrados, y las Fender Stratocaster, y, tal vez, alguna que otra novela. Y hay que tener en cuenta que todas estas cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas que creemos que no son más que complementos en nuestras vidas de hecho están presentes por una causa mucho mayor y más noble. Están para salvarnos la vida. Sé que la idea resulta extraña, pero tambien sé que es la pura verdad."

http://www.youtube.com/watch?v=oVLT_ueGfCc

6 comentarios:

poetadebotella dijo...

todas esas pequeñas cosas que hacen que la vida merezca la pena, y si, tambien las Fender Stratocaster!:)
que gracioso el dibujo!:)
muah

Anónimo dijo...

me encanta como dibujas ^^ y tus textos divinos

Un beso!

Clementine dijo...

Que gracioso el dibujo :)
El texto de donde es? Me encantó.

Raymunde dijo...

¡Suscribo totalmente con "Más extraño que la ficción"! :)

James Leer dijo...

tu blog tambien debería formar parte de esa lista de cosas que salvan a veces,
y no exagero.

repunante dijo...

Tenemos una maquina en el laboratorio, se llama Resonancia Magnética Nuclear, aunque en la intimidad le llamamos RMN. Es básicamente una especie de supositorio gigantesco con paredes brillantes que cuesta una millonada.
Dicen las malas lenguas portuguesas que dentro de la máquina vive un chinito y que es él el que hace todos los analisis.
La máquina se estropea de vez en cuando y entonces llamamos a un japonés para que venga a calibrarla. Las malas lenguas portuguesas comentan que será que el chinito se cansa de mover el brazo y pide que le den de comer.